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Luis Gordillo
El Arte de Vanguardia

--Pintor español nacido en Sevilla. Contemporáneo de los informalistas españoles de la década de 1950, Luis Gordillo, sin embargo, está considerado como el pionero de una de las tendencias más significativas de la España de los años setenta, la figuración madrileña. Comenzó a estudiar la carrera de Derecho en su ciudad natal, pero al poco tiempo la abandonó para dedicarse a la pintura, y se matriculó en la Escuela de Bellas Artes. En 1958 viajó a París, donde se interesó por la obra de Jean Fautrier (1898-1964) y Jean Dubuffet (1901-1985). Durante esta época siguió los planteamientos estéticos de las vanguardias de Art Autre o Dau al Set, como se aprecia en su primera exposición en Sevilla, en 1959, en la Sala de Información y Turismo. Tras otra estancia en París, su pintura se encaminó hacia la figuración, interesándose por Francis Bacon y el Pop Art estadounidense. En los primeros años de la década de 1960, sus series de Cabezas y de Automovilistas configurarán la primera incursión no mimética de un artista español en el pop internacional. Su experiencia con el psicoanálisis abre nuevas vías y sentidos a su obra. Abandona temporalmente la pintura, dedicándose a la realización de dibujos automáticos, que se exponen en Madrid en 1971. Esta muestra fue fundamental para toda una generación de artistas más jóvenes, comienza con ellos, la nueva figuración madrileña. Durante la década de 1970, los dibujos automáticos trazados a línea, son pasados a lienzo y rellenados de color. En las décadas de 1980 y 1990, Gordillo ha desarrollado una pintura fría tanto por su gama cromática como por su desapego personal de los temas, que le sitúan a medio camino entre la figuración anterior y las nuevas fórmulas de la abstracción postmoderna. En 1981 le fue concedido el Premio Nacional de Artes Plásticas.

--Las pinturas más libres de Luis Gordillo se enfrentan y coexisten con las realizadas a partir de estudios fotográficos y digitales previos en la exposición "Contrastes", que inaugura la galería Marlborough .
La exposición es fiel reflejo de la forma de trabajar de Luis Gordillo a lo largo de su dilatada carrera. Por un lado se encuentran "las que están hechas sin estudios previos. En ellas te enfrentas directamente al cuadro, al famoso lienzo en blanco, y trabajas constantemente de una manera muy espontánea y directa", explica el artista.
--Cuando el cuadro se va complicando "el proceso es más lento, porque ya llueve sobre mojado. El control va creciendo, pero el cuadro en todo momento se ha hecho de una manera espontánea".
Frente a éstas se sitúan las obras en las que el artista parte de estudios de ordenador, de fotos de otros cuadros anteriores. "Los transformo con 'collages' y después paso por el ordenador, y esto me da un boceto terminado, una maqueta en donde el cuadro está prácticamente resuelto. Es una manera mucho más fría de trabajar".

--Estos dos mundos radicalmente distintos han existido siempre en la vida de Gordillo, quien bromea con el hecho de tener en su poder casi todos los premios, entre ellos el Velázquez de Artes Plásticas , aunque reconoce que echa de menos un mayor reconocimiento internacional. "Desde los setenta tengo el mismo dilema en mi forma de trabajar. Antes pensaba que en algún momento de mi vida se unirían los dos caminos y se formaría mi estilo definitivo, y no ha sido así. Las dos cosas me interesan y no tengo ganas de dejar ninguna".
--Para el artista, cada uno de estos caminos tiene su contrapartida. En el "trabajo frío" andas sobre seguro, "pero es más aburrido, es un proceso sin aventuras". Frente a éste se encuentra el "endemoniado", en el que "siempre estás arriesgando y hasta que no terminas no sabes qué va a ocurrir, y casi siempre quedas más confuso, más embrollado, pero es más vivo", explica.

--La experimentación, el cambio de registros y el afán de descubrimiento de nuevos horizontes plásticos caracterizan un estilo inclasificable, en constante evolución, en el que el resultado final, en sus pinturas "libres", es una incógnita. Ejemplo son las composiciones que se exhiben en "Contrastes". Se trata de cuadros "hechos a la par, con bastidores alargados. Son cuadros independientes que voy trabajando en conjunto. Cojo uno, trabajo sobre el, le doy la vuelta, lo vuelvo a rotar. Es un hacer muy dinámico, vivo, espontáneo y libre. --Las agrupaciones finales llegan cuando digo 'esto es así', y así se queda".
--En su estudio, dice, nunca se queda vacío. "Tengo doce o quince cosas en las que trabajo a la vez y unas van influyendo en las otras y van influyendo en mi. Trabajo al mismo tiempo en cuadros totalmente opuestos y el aburrimiento de uno lo compenso con la expresividad del otro. Ese es el lenguaje del estudio, el que no se interrumpe, el que te va dando el argumento del trabajo". La pintura es la base de la obra de Luis Gordillo, lo que más le gusta, pero la aplicación de la tecnología le proporciona nuevas pistas, "se crean muchas imágenes intermedias".

--Recuerda que la aplicación de la tecnología a su obra siempre ha sido importante, y ya en los setenta empezó a trabajar con fotos. "Era una época en que hacía cuadros con mucho color, muy expresivos, y ese trabajo con tanto color me producía problemas, tensiones enormes. Proyectaba problemas en la pintura que no eran de la pintura, y era un sufrimiento enorme". Un día realizó una fotografía en blanco y negro de un cuadro lleno de color "y fue como si me hubiera tomado un tubo de Valium, me produjo una tranquilidad enorme y, además, la imagen seguía teniendo mucha fuerza. Me atrajo mucho la posibilidad de ir por ese otro camino y lo que hice fue mezclar las dos imágenes como un espejo. Se mezclaba la parte neurótica y la parte Valium", cuenta.
--A partir de ahí inició un desarrollo horizontal. "El vertical era meterme con el color a fondo y el otro era patinar sobre la superficie de la neurosis. De ahí viene -prosigue- esta ambivalencia". Estos procesos llenos de contrastes son lo que más le divierten. "Cuando ya tienes un estilo concreto es muy aburrido. Hay artistas que lo llevan muy bien, pero para mí eso seria la muerte. Pido que se me siga conservando ese espíritu de curiosidad", afirma Gordillo.

--Pese a que Gordillo reconoció su incapacidad para sumergirse en el universo del 27, el nombre de un poeta portugués de vida desdichada, marcada por la soledad y el alcohol, sí que brilla como un árbol en llamas en mitad de la noche. Pessoa es mucho Pessoa para Gordillo. Y no sólo su poesía. Libro del desasosiego, una de las cumbres del autor que más contribuyó a que Lisboa figure en las geografías mágicas, tiene una función decisiva en el equilibrio mental de Gordillo.

--"Cuando estoy deprimido leo Libro del desasosiego, el libro más triste que existe. Y como es más triste de lo que yo me siento es como una vitamina que me saca del pozo", explicó el pintor sevillano. Nada mejor que enfrascarse en la desgracia ajena para darse cuenta de que uno no está tan mal. Cualquier situación es empeorable.

--Lector, si se siente muy triste, lea Libro del desasosiego y empezará a sentirse mejor. Es lo que hace Gordillo, cuyo libro no está exento de brotes de humor. También hay muchas arrobas de tristeza. Gordillo señaló un ejemplar de Little Memories y afirmó: "Aquí hay cosas muy irónicas y cachondas. Y también hay cosas duras y muy trágicas". Gordillo se refirió, en concreto, al fallecimiento de un hermano. "Hay referencias a la muerte de mi hermano Ramón. A veces, hay tragedias irónicas. Porque la mejor forma de tratar la tragedia es el cachondeo", aseveró el artista.

--Little Memories reúne textos recogidos en un cuaderno. El pintor los escribió entre 1988 y 1999. Son ideas, reflexiones, cometas llenos de poesía, tanteos del bastón de un ciego que se mueve por un mundo amenazante... El libro también recoge las versiones autógrafas de los escritos. "Le tengo cariño a mi obra poética porque la hago de higos a brevas. Cuando me mandan que escriba algo, me vuelvo loco porque escribo muy mal. Cuando me meto en estos lares es como lo que les pasa a los profetas y a los místicos, que les ocurren cosas muy raras", relató Gordillo.

--Uno de los textos de Little Memories dice: "a veces lo que pienso es verdadero". Otro es así de sugerente: "dicen que cuando el alma se va uno se muere. No es mi caso". Y un tercero parece un poema oriental: "los minutos me llueven y soy desembocadura de río". Son sólo tres fogonazos que demuestran que Gordillo no tiene razón en lo que dice. Es obvio que no es un analfabeto poético.

--Luis Gordillo dijo que el dilema para el artista maduro es mantener la delicada relación entre vanguardia y retaguardia. Atípico pintor que se ha sacudido todas las etiquetas, Gordillo (Sevilla, 1934) inaugura en Nueva York una exposición presidida por tres gigantescos polípticos. Tres piezas monumentales inspiradas en el trabajo de tres maestros de la fotografía estadounidense: Lee Friedman, Garry Winogrand y Diane Arbus. Gordillo es dueño de una biografía en la que se repite de manera inquietante una palabra vacía hoy de su viejo existencialismo. Década tras década, el artista se enfrentaba a sí mismo sumido en eternas crisis creativas. --"Quiero ser distinto, no de los otros, sino de mí mismo", ha dicho un hombre que reclama el derecho a la contradicción. La lucha de todo artista consigo mismo, esa solitaria y extenuante batalla, ese lugar del que no se puede escapar. Ahí descansa Luis Gordillo.

--Pero la madurez, recuerda el artista, aplaca la energía del creador-guerrillero y la inquietud surge al reflexionar sobre el presente, sobre la otra crisis, la de estos feos tiempos: "Yo soy un afortunado que vendo poco, pero muy caro. Pero tengo muchos amigos artistas que empiezan a tocar fondo. Ésta es una profesión de parados, quitando a unos cuantos se pasa muy mal. Parados de los que no se habla, que no salen en los periódicos. Triste. Lo que me asusta de esta crisis es que no se ve el final, sólo un fondo lleno de culebras. --Cualquier día nos come. Donde yo vivo, somos todos unos señoritos, los problemas les tocan a otros, pero detrás de las fachadas siempre hay drama".

--Luis Gordillo recorría ayer con paso tranquilo los cuatro pisos de la Galería Luis Adelantado. Un envoltorio gestual suave y algo despistado esconde un talante metódico, apasionado, atento a los detalles y cuidadoso con la instalación de su exposición 'Policéntrico, centrífugo, vulnerable', que ayer se inauguró en Valencia durante la tarde que el artista aprovechó para acudir al Club de Encuentro Manuel Broseta para pronunciar una conferencia titulada 'Luis Gordillo: a vista de pájaro'.
--«Se ha puesto de moda poner título a las exposiciones», lamenta el artista, nacido en Sevilla en 1934, Premio Nacional de Artes Plásticas en 1981 y Premio Velázquez de Artes Plásticas en 2007, un pintor de referencia en el abstracto español por su capacidad creativa y por la presencia de su obra en los mejores museos de todo el mundo.
--Gordillo bromea, emplea a veces frases contundentes, pero mira con la cautela de los tímidos cuando les obligan a hablar de sí mismo. «A mí me entra un mareo al titular, es muy complicado. Quizá no sea demasiado explicable», señala al comentar lo de 'Policéntrico, centrífugo, vulnerable', sin embargo, en cuanto analiza sus cuadros, termina por explicar el porqué del título: «Lo de policéntrico tiene sentido porque mi obra es variada, actúo con la pintura, las serigrafías, el collage, la fotografía, la impresión digital o el ordenador».
--La obra de Gordillo se plasma a través de diversas temperaturas, en un juego de contrastes entre la razón y la emoción. El pintor define su proceso creativo como una especie de ducha escocesa, con temperaturas extremas.
--«Padres y madres»
--«Después de una acción directa, espontánea, llega la disección: de lo caliente al miedo de no controlar lo creado, un proceso de enfriamiento y análisis. En esa segunda fase me distancio, y todo se mezcla, se aprovecha y pasa de lo caliente a lo frío. Quizá sea un modo de explicar lo del centrifugado, de la emoción a la razón. Quizá más que razón es un argumento, una posición defendible, de defensa, y de ahí lo vulnerable, el deseo de taparme por si acaso alguien hurga demasiado», explica el artista a través de un discurso de frases cortas, espaciadas entre sí, mediante las que reconoce que convivir entre la razón y la emoción «es difícil, incómodo. Como no saber quién es tu madre y quién tu padre».
--Gordillo, tras casi 50 años pintando, está en pleno proceso de aceptación. «Antes, la verdad, no reconocía mi obra, no le tenía cariño, era muy desagradable. Por mucho que trabajara, se me quedaba distante, muerta. Era una sensación de desapego, como si no fuera mía. No la reconocía, era una sentimiento de frialdad y a la vez de vulnerabilidad», reconoce el pintor, quien señala que ahora «es distinto, sobre todo frente a la obra pasada, que me parece mejor, que he hecho cosas importantes, no sé si porque me lo dicen o porque me voy convenciendo. Veo una evolución que me gusta, un sentido. He empezado a tenerle cariño y mi obra me cae mejor. Quizá tenga que felicitarme. Es como estar casado con alguien a quien no quieres y, de repente, entiendes sus virtudes». No está mal, reconciliarse y ser indulgente consigo mismo una vez se han cumplido los 75 años.
--Ese proceso de aceptación interior de la obra lo traslada a las relaciones con el exterior. «Mientras el cuadro está en el estudio, lo toreas, está en un ambiente especial, protegido. A partir de que sale es un ser extraño con el que pierdes el contacto directo. Lo que funciona o lo que no ante el público es un problema profesional y hay que saber vivir con ello. Tienes que aprender a tratar con el cuadro y tragar saliva, por eso hay que saber distanciarse, como en las relaciones humanas, como el amor, saber medir distancias, llevar la relación, porque el paraíso no es eterno», explica Gordillo mientras contempla un cuadro al que hoy quiere y mañana, quizá, quiera menos.
--El Premio Velázquez a las Artes Plásticas 2007 se suma a otros galardones recibidos por el pintor, como el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1981, el Premio de la Comunidad de Madrid a la Creación Plástica y el Premio Andalucía de Artes Plásticas en 1991, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 1996, Premio Aragón-Goya de Pintura en 2003 o la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid en 2004. --Asimismo, ha sido distinguido en 2007 con la orden de Caballero de las Artes y las Letras de Francia.

--Ha realizado numerosas exposiciones en galerías y centros públicos (MACBA, Museo de Bellas Artes de Bilbao, Biblioteca Nacional, Circulo de Bellas Artes, Pabellón Mudéjar de Sevilla, IVAM, Meadows Museum de Dallas, Museum Folkwang, Essen, Instituto Cervantes de París y el Museo de Arte de Zapopan). En 2007, se ha celebrado una importante exposición retrospectiva, comisariada por el propio artista, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid. Esta muestra se presenta este año en el Kunst Museum Bonn.

--Sus obras se encuentran en numerosas colecciones públicas y privadas.

--Toda la trayectoria de Luis Gordillo es un viaje al fondo neurológico del cerebro, según diversas etapas y perspectivas de aproximación. Se demoró en el arranque de su trayectoria artística, que inició tarde, tras cursar la carrera de Derecho y de Piano en Sevilla, pero, una vez que cobró el impulso agónico para extraer la faz y la interfaz del misterio psíquico, no cejó en el empeño, primero, a través de ondas crisis personales, y, después, dominando progresivamente la suerte. Hacia fines de la década de los cincuenta, un Gordillo inteligentemente avisado de la modernidad, dio un primer salto hacia el informalismo, mirando a Tàpies, Wols, Dubuffet y Fautrier, y, un segundo, ya en los sesenta, descubriendo el pop art. Este descubrimiento hizo que la materia orgánica se cuajara en moldes figurativos, que tomaron, cómo no, el aspecto de cabezas. Fue el primer síntoma de la bipolaridad que articuló el estilo de Gordillo: a medias entre el informalismo y la figuración, pero también, ya dentro de esta última, entre el ácido pop americano y el más pictoricista británico.

--Ya a fines de los años sesenta, Gordillo se inició como un punto de referencia esencial del arte español, aunque este hecho pasase desapercibido para la sociedad de nuestro país, por aquel entonces muy poco interesada en el arte y, menos, en su vertiente vanguardista, justo lo contrario de lo que ocurre hoy. Desde esta posición privilegiada que, por supuesto, a él no le sacó de la miseria, Gordillo inspiró a la nueva figuración madrileña de la década de 1970, que tantos nombres ilustres ha dado al arte español. Pero fue a partir de los ochenta, cuando inició su carrera rampante a la madurez de su propio estilo y a la obtención del reconocimiento social plenario de su valía, que hoy se consagra con el Premio Velázquez. El mérito de Gordillo es que, con o sin éxito, siempre ha seguido su personal senda y nadie hoy se confunde al distinguir de inmediato lo singular de su estilo. No lo ha tenido fácil, como nunca lo tienen, para entendernos, los zurdos; esto es: los que hacen lo que la gente no entiende y le gusta de primeras. Su arquitectura figurativa de un organicismo meándrico y su cromatismo ácido son evidentemente perturbadores, pero el arte ha sido, es y será mientras dure una perturbación: un memorial que testimonia las pérdidas. En ese sentido, Gordillo, como decía al principio, ha buceado en el interior de sí mismo de una manera implacable sin reparar en gastos propios, ni tampoco en los ajenos, con lo que esto significa de automarginación. En cualquier caso, su historia es aleccionadora, porque su solitaria trayectoria es precisamente la que le ha permitido acceder y transmitir más profundamente su inequívoca singularidad. A fin de cuentas, en arte no tiene demasiada importancia ser zurdo o diestro, sino aceptar lo indeclinable y lo maravilloso que resulta tu propia forma de ser.

--Plenamente consagrado en la actualidad en España, la asignatura pendiente de Luis Gordillo es la de obtener el correspondiente reconocimiento internacional, que no ha acabado de cumplirse. Es cierto que la justicia artística tiene un recorrido que pocas veces se ajusta a la brevedad de una vida humana, aunque, lo llegue a conocer o no directamente el protagonista paciente, siempre acaba cumpliendo su labor, sobre todo, cuando lo que ha hecho un artista ha sido verdaderamente imprescindible, como no me cabe duda que lo ha sido la obra de Luis Gordillo.

 
 

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