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El artista José Otero Abeledo
--Nacido en Galicia, emigró a Cuba con sus padres, y allí trabajó en tareas artesanales que iban acercándole al arte, desde el grabado a la vidriería. Debido a una enfermedad volvió a España en 1931, viviendo en Galicia una existencia bohemia y alegre. Su presencia en cafés y tabernas de Vigo es constante hasta los años cincuenta. Apenas recibió clases de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Vigo.
--De nuevo se marcha a América, para residir bastantes años en Buenos Aires, donde realiza una amplísima obra. Regresa de nuevo a España y trabaja en Madrid y en Vigo, donde ha transcurrido la mayor parte de su dilatada existencia.

--Su infancia rural la ha sublimado en su pintura, que se divide en tres etapas: la inicial, apegada a mundos de ensoñación, de barroquismo, siempre en paleta sobria de tierras y ocres; en la segunda, probablemente la más intensa y personal, alterna lo folclórico y lo religioso, desde una visión personal, vagamente relacionable con Rembrandt, probablemente su artista más admirado. La tercera etapa le acerca a modos postcubistas, de clara raíz picassiana, en la que esquematiza su dibujo, a base de figuras silueteadas, con línea de grafismo quebrado y colores planos e intensos, siempre con el negro como dominante. Entre sus galardones cabe destacar la Medalla de la Bienal de Pontevedra, la Medalla Castelao, de la Junta de Galicia y la Medalla de Oro del Ayuntamiento de Vigo. Cuenta con museo propio en Vigo, una sala monográfica en el Museo de Castrelos de Vigo y amplia representación en todos los de Galicia, así como en numerosas colecciones privadas de España y América.


--En 1940 se establece en Pontevedra. Frecuenta las tertulias del Café Moderno, donde pinta el mural Manantial de la Vida, y la del Savoy, a la que acuden Antonio Blanco Porto y Antonio Iglesias Vilarelle, los primeros directores de la Sociedad Coral Polifónica de Pontevedra, instituida en 1925. La muerte de Blanco Porto, en 1940, queda documentada en el apunte del natural que hace Laxeiro en su lecho de muerte, Retrato de Antonio Blanco Porto. Ese mismo año le sucede como director de la Polifónica Iglesias Vilarelle y de nuevo Laxeiro nos deja un documento de una de sus primeras actuaciones, Antonio Iglesias Vilarelle dirigiendo la Polifónica, y un retrato al carboncillo en el que crea el volumen con un sombreado a base de manchas, característica no exclusiva de su estilo, si no común a la obra de otros renovadores como Souto, especialmente en la década de los treinta.
--En 1941 pinta el mural del Cine Balado, de Lalín, y es de nuevo pensionado por la Diputación de Pontevedra que recibe como contraprestación dos obras, Retrato de mi hija y El baño, depositadas en el Museo de Pontevedra. La primera tiene en el reverso una maternidad que compendia varias premisas de su obra vinculada al movimiento renovador: el tema de la maternidad, simbolizando a Galicia; la estética del granito, en referencia a la orografía y a la escultura del románico, del barroco y de los canteros populares; el volumen y las formas tomadas de la etapa clásica de Picasso y como característica propia del pintor el expresionismo de la pincelada y la gama cromática de los negros y tierras.

--El baño debemos interpretarlo en relación con un conjunto de obras que iniciaba con el mural del Moderno, protagonizadas por un elevado número de personajes que se mueven entre la realidad y la ficción, siempre en relación con el mundo de la mitología y las fábulas que habitan en su imaginación. Estas obras, que representan un canto a la vida y a la alegría de vivir, constituyen el preludio de las abigarradas composiciones narrativas que pinta a partir de la segunda mitad de la década de los cuarenta, como Trasmundo 1946 (Fundación Laxeiro), en las que todos sus fantásticos personajes comparten escenario.

--En 1942 la Diputación le renueva la pensión y se traslada a Vigo. Allí frecuenta la tertulia del Derby, donde coincide con el pintor Antonio Medal al que retrata en un carboncillo que, hasta su ingreso en el Museo, perteneció a la colección de Medal. Durante los años que vive en Vigo (1942-1951), expone en varias ocasiones en esta y en otras ciudades, como Madrid y Bilbao. En una de estas muestras, la de 1946 en la sala viguesa “Las Galerías”, exhibió óleos y dibujos de niños, uno de los temas que resalta de manera especial en su obra. Ejemplo de la temática infantil de estos años es personajes, obra del Museo de Pontevedra que también posee otros dos dibujos de esta época: el Retrato de Manuel Quiroga (1949) y el Homenaxe a Castelao (Ca. 1950). El primero dibujado en una de sus visitas a Pontevedra, donde sigue frecuentando la tertulia del “Savoy” a la que también acude Emilio Quiroga hermano del violinista Manuel Quiroga. El Homenaxe a Castelao, mentor del movimiento renovador y admirador de la obra de Laxeiro desde sus inicios, estuvo en posesión del artista y político gallego hasta que ingresó en el Museo con el legado testamentario de su viuda.

--En estos años de la posguerra, el arte se ve en su mayoría sumido en el academicismo oficial. Laxeiro huye de éste e intenta evolucionar hacia el informalismo expresionista, estilo que desarrolla en su posterior etapa bonaerense.

--En 1951 Laxeiro viaja a Buenos Aires para participar en la muestra Artistas Gallegos organizada por el Centro Gallego en la “Galería Velázquez”, pero su estancia en Argentina se prolonga hasta 1970. Una etapa profunda en la que experimenta partiendo de sus referentes anteriores. Se relaciona con varios artistas que se habían exiliado a aquel país, Seoane, Maruja Mallo, etc. Expone en múltiples ocasiones y comienza su faceta de conferenciante. Su obra madura con las aportaciones de la vanguardia que procedía de Europa y la influencia picassiana que mezcla con su estilo en los temas gallegos. Su pintura expresionista y gestual comienza una etapa informalista relacionada con el Art Brut o el Grupo CoBrA, que inicia con el mítico Autorretrato de 1952 (Fundación Laxeiro). Pero Laxeiro mantiene diferentes registros plásticos y no oculta la añoranza de su tierra, como evidencia la Llegada del Breogán a Galicia, pintada en 1954 y perteneciente al Museo, que es sin ninguna duda un ejercicio de nostalgia. Laxeiro vuelve a una escena repleta de personajes adaptados a un espacio románico, donde los niños, los geniecillos y todos los seres de su imaginación invaden la composición. Esta obra remite conscientemente a su producción de los años treinta, un tema de visión laxeiriana que reinterpreta una escena de la mitología gallega.

--De nuevo el recuerdo de su tierra es el tema de Traballo galego, el enorme mural que pinta en 1959 en un restaurante de Buenos Aires y que tuvo que ser dividido en dos en 2003 para poder levantarlo de su ubicación. Esta obra, que desde 2004 custodia el Museo de Pontevedra, a diferencia de la que acabamos de comentar obvia toda referencia a la estética del granito. Aquí la materia está suplantada por los colores planos y las formas delimitadas por el trazo firme del dibujo. Ante este mural es imprescindible referirnos a la pintura de Luis Seoane y Leopoldo Nóvoa, con los que comparte exposición en 1957 en Montevideo, y por supuesto a Picasso. El mural es un ejemplo de que Laxeiro no desdeña ningún lenguaje plástico, pero lo adapta a su estilo.

--Aunque cada vez son más escasos los retratos en su producción, en 1961 pinta el Retrato del General Martínez Monge, militar republicano exiliado en Argentina al que le unen motivos ideológicos. El retrato recibió la Medalla de Oro de la I Bienal de Arte de Pontevedra, en 1970, año en el que Laxeiro regresa a España definitivamente. El cuadro fue depositado en 1971 por la Diputación de Pontevedra en el Museo de Pontevedra y desde 1976 se encuentra en depositó en el Museo Ramón María Aller de Lalín.

--Laxeiro expone en varias ocasiones en Buenos Aires, entre ellas en 1957 en la Galería Velázquez, donde se había celebrado la muestra de 1951 que lo lleva a Argentina. Su relación con el propietario de la sala era muy estrecha y en 1962 pinta para el domicilio de éste el mural Villancico. La obra fue levantada en 1990, para evitar su desaparición y en 1999 ingresa en el Museo de Pontevedra. De nuevo estamos ante el tema de la infancia, un coro infantil, pero el modo de tratar la figura ha variado. Las formas se han simplificado pero, a diferencia de las formas de Traballo Galego, aquí utiliza el informalismo matérico. Laxeiro integra la tendencia a las composiciones barroquizantes y el espacio del románico, que utiliza desde sus inicios, con las formas derivadas del cubismo picassiano, las composiciones y el primitivismo de Paul Klee o el informalismo de El paso, en concreto la influencia de los rostros de Saura. Es pues un ejemplo más de cómo se adapta a las nuevas formas, creando un estilo personal. Ese mismo año de 1962 viaja a España para exponer en la sala Prisma de Madrid, ciudad en la que volverá a exponer en años sucesivos, su obra fue finalista del Premio Eugenio D´Ors, con Quirós y Vázquez Díaz, y formó parte de la exposición “50 años de pintura figurativa española” en París.

--La muestra de 1962, en Madrid, tuvo como protagonista a los colores oscuros. Por esas fechas, como demuestra El Espanto (Ca. 1962) adquirido por el Museo en 2002, su pintura pasa por una fase de negrismo, aunque los tonos oscuros fueron siempre dominates en su pintura. El Espanto recupera su pasión por la pintura de Goya a la vez que insiste en las formas mencionadas en Villancico.

--En 1970 regresa a España, sus exposiciones son cada vez más destacadas y vive entre Galicia y Madrid, donde frecuenta la tertulia el Café Gijón. Del inicio de esta nueva etapa el Museo posee los dibujos Retrato de hombre con gafas (Ca. 1970) y Retrato de José Barros Malvar (1972). El primero, probablemente un autorretrato, está dibujado con un trazo gestual y espontáneo, sin apenas levantar el rotulador del papel, ejemplo del automatismo cada vez más acusado de su obra. El retrato del cirujano pontevedrés establecido en Madrid, José Barros Malvar, humanista y amigo de los más destacados nombres de las artes y las letras de la cultura española del siglo XX, entre ellos de Laxeiro, fue donado por José Barros al Museo en 1993. Ambos responden a la vertiente expresionista que mantiene en esta nueva etapa al tiempo que desarrolla una pintura abstracta y planista de marcados contornos negros.

--Ejemplo de la tendencia abstracta que introduce en su pintura en la década de los sesenta es el óleo Palacio de nácar (Ca. 1976), adquirido por el Museo en 2002, aunque en este caso las formas son volumétricas.

--En las dos últimas décadas del siglo XX, Laxeiro recibe varios homenajes como reconocimiento a su trabajo y a su compromiso con el arte gallego. En 1981 Atlántica le dedicó una antológica con más de trescientos cuadros, pues Laxerio supuso uno de los precedentes que sirvieron para relanzar el arte gallego a una nueva renovación. En 1983 la ciudad de Vigo, donde reside los últimos años de su vida, le dedica un museo monográfico. La VIII Bienal de Pontevedra, de 1985, le concede la Medalla de Honor y exhibe una antológica de su obra y en 1996 el CGAC y el Centro Cultural Conde Duque le dedicaron una muestra retrospectiva poco antes de su muerte.

--De estos últimos años, el Museo de Pontevedra posee cuatro estampas, dos figurativas y dos abstractas, que reflejan la coexistencia de ambos estilos en su producción. Las primeras son Sin título (1984), que representa una cabeza picassiana que forma parte de la carpeta 14 Artistas Galegos, y Maternidad (1986).

--Las otras dos representan la corriente abstracta, de marcados contornos negros y colores planos, que caracterizó gran parte de su última producción. Estas dos serigrafías son Sin título, una obra de los años ochenta, y Sin título (Ca. 1995), incluida en la carpeta Vigo se moja junto a otras estampas de Mario Granell, Lodeiro, Barreiro y S. Montes.

 
 

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